Elevar la cabeza al sol y comenzar a sentir un picor en la nariz que nos conduce al estornudo. Volver a mirar y vivir de nuevo la misma sensación. ¿Tiene explicación? Sí. A este fenómeno se le conoce como estornudo fótico y le ocurre a una cantidad amplia de la población, entre el 15 y el 25%. Se trata de un efecto en el cuál las personas expuestas a la luz brillante responden involuntariamente con un estornudo.
A falta de algún estudio que lo avale, se ha sugerido que este fenómeno puede suceder tras haber estado expuesto a la oscuridad más de cinco minutos, aunque esto no ha sido probado y se han encontrado casos contrarios.
Sus causas habría que buscarlas en un nervio llamado trigémino. Una disfunción congénita en el envío de señales de las terminaciones del trigémino (también conocido como el quinto nervio craneano) al cerebro podría ser la principal razón de este fenómeno. Una de las hipótesis es que hay ciertas personas que tienen una relación entre nervio y el nervio que manda impulsos visuales al cerebro. Una sobreestimulación luminosa del nervio óptico estimula a su vez al trigémino, lo que provoca el reflejo del estornudo.
Este curioso estornudo lo padecen entre un sexto y un cuarto de los humanos, sobre todo en personas caucásicas más que en otras razas. La probabilidad de heredar esta condición médica es alta, de hasta un 50%.