
El 21 de diciembre es caracterizado por ser el día más corto del año. Esto se debe a que comienza el invierno. Amanece más tarde y los atardeceres serán más temprano en el hemisferio norte, mientras que en el sur el día es el más largo y la noche más corta.
El solsticio de invierno es cuando la posición del Sol en el cielo se encuentra a la mayor distancia angular negativa del ecuador celeste, y por eso esa zona de la Tierra recibe menos luz. El nombre proviene del latín solstitium (Sol sistere o Sol Quiero).
Además de ser el día más corto del año. En las culturas pasadas fue motivo de celebración o introspección: un momento de cambio. En Mesopotamia tenían un festival de 12 días de renovación cuyo propósito era ayudar al dios Marduk a resistir los monstruos del caos.
El solsticio de Invierno es también parte de la herencia cultural en Pakistán, Tíbet, China y otros sitios. En su raíz está siempre el temor de que la disminución de luz solar sea permanente.
La Iglesia romana, para conseguir la conversión de los paganos, trasladó la fiesta de la Natividad y adaptó elementos de las antiguas celebraciones, como el muérdago, el árbol, los colores rojo y verde, e incluso villancicos y regalos. Lo que se perdió fue nuestra vinculación con el Universo y un estrecho sentido de pertenencia.