Lo creas o no, en tiempos bastante lejanos los especialistas en medicina no utilizaban otra cosa más que su propia lengua para analizar muestras y diagnosticar a sus pacientes.
Por ejemplo, hace más de 200 años el doctor Samuel Cooper de Australia diagnosticaba utilizando su lengua, se sabe de este hecho porque en uno de sus libros llegó a escribir que la diferencia principal entre el pus y el moco era su “sabor dulce intenso”.
Seguro que te parece bastante asqueroso, pero para la época el hecho de transportar muestras a distintas zonas geográficas para sus respectivos análisis representaban un esfuerzo inmenso, meses de espera, por lo que resultaba mucho más práctico que un doctor metiera su lengua en donde menos quería para emitir diagnósticos.
Como Cooper hubo muchos, pero éste fue uno de los más destacados, siendo seleccionado para su país como el mejor médico del ejército y presidente del colegio de cirujanos. Otra de las características descritas por Cooper fue que a diferencia del pus, el moco flotaba, y era con estos métodos rudimentarios que lograban descartar varias patologías. ¿Curioso verdad? El mundo de la ciencia hoy en día está extremadamente avanzado, tal vez sea por ello que esto nos parezca increíble.