A pesar de que gran parte del agua del mundo es realmente insípida, se ha determinado que el agua puede variar ligeramente su sabor dependiendo de su contenido mineral.
Desde los años 20 se demostró que el sabor que percibimos al tomar agua, depende en gran medida de lo que hemos comido antes, esto fue planteado también en los años 70 en una serie de artículos sobre el Postgusto o retrogusto del agua.
¿El Agua tiene sabor?
Científicos de la Universidad de Utah han descubierto que las células del gusto de los mamíferos crean unas proteínas llamadas acuaporinas que sirven para transportar el agua a través de las membranas. Estas acuaporinas, que se encuentran en otros tipos de células, podrían ser clave para que el líquido vital estimule las células del gusto.
Sidney Simon, fisiólogo de la Universidad Duke, en EE. UU., ha hallado células específicas para el agua en el córtex gustativo de las ratas. Dado que otros científicos no las han encontrado, las espadas siguen en alto. Lo cierto es que la mayoría de los neurocientíficos piensa que el mecanismo que hace que los insectos saboreen el agua no aparece en los mamíferos.
Ahora bien, si el 75 % del planeta y de los seres vivos es agua, no es descabellado pensar que deberíamos haber desarrollado evolutivamente el sentido del gusto hacia ella.