Desde el principio de la historia las diferentes civilizaciones siempre se le han acusado de las cosas malas que pasan a espíritus malvados, desde enfermedades, desastres naturales, accidentes, catástrofes, etc. Alguien debía tener la culpa.
Sin embargo en ninguna de las religiones antiguas existía una figura malvada que abarque todo lo malo como lo hace satanás.
En las religiones griegas y romana no existía el diablo, ni en las religiones africanas, ni las religiones propias de los nativos americanos, sintoísmo, budismo ni el taoísmo.
Origen de Satanás
La figura de satanás (El Diablo) como el ser más malvado, líder del imperio del mal y “enemigo” principal de Dios solo se da en el cristianismo.
Quien sentó las bases de la satanología cristiana fue el autor del Evangelio de Juan, sus cartas y el Apocalipsis. Es Juan quien lo nombra señor del mundo y causante de todas las acciones malas. Pero la llegada del Hijo de Dios quebrantó este dominio diabólico.
Curiosamente, una de las más terribles sentencias de su Evangelio es la afirmación de que los judíos son hijos del diablo. Si no tuvieron bastante con ser acusados de deicidio, que el Jesús de Juan les dijera “procedéis del diablo, que es vuestro padre” dio carta blanca a los cristianos para perseguirlos, diezmarlos y humillarlos durante siglos.