El principio de oportunidad es la facultad que se le da a un acusado de no seguir adelante con un proceso penal en su contra, ya que se considera que hay más ventajas en la renuncia de la acción penal que en llevar esa persona ante un juez.
Un ejemplo del principio de oportunidad es en el caso de que se aprese a un integrante de una banda delictiva que se dedique a la venta de drogas a un nivel inferior, como un vendedor común.
En ese caso el fiscal sabe que en caso de llevar esa persona a juicio y someterlo por el delito, la pena podría ser mínima, por lo que resultaría más favorable ofrecer un acuerdo legal a esa persona para no seguir con la acusación, a cambio de que este colabore con la justicia para desarticular la banda a la que pertenece.
La Fiscalía es quien decide cuáles son los casos en los que conviene renunciar o continuar una acción penal, dependiendo de la gravedad del delito, los antecedentes y los beneficios de este acuerdo.