
Allá por los años 30 Sylvan Nathan Goldman, dueño de la cadena de ultramarinos Humpty Dumpty en Oklahoma (EE.UU) alzó la vista hacia sus clientes y se percató de un problema. Éste no tenía que ver con que, de vez en cuando, a ciertas personas se les olvidara pagar por despiste voluntario, o que las latas en conserva estuvieran caducadas, ni tan siquiera que el precio produjera ganas de no volver. El inconveniente era más sencillo y generalizado: las bolsas de papel que transportaban los productos.
Éstas se rompían constantemente debido al peso y llegaban a las cajas registradoras a medio llenar. Algo que invitaba a que uno acabara metiéndose los productos en los bolsillos por desesperación y rezando para que todavía no existiera una alarma antirrobo. Puesto que el problema empezaba a necesitar a un padrino que le sacara de esta, Godman decidió ser el elegido. Para el invento no tuvo que darle muchas vueltas a la cabeza, así que ideó un carrito poniéndole a un chasis de forma rectangular unas ruedas y un manillar. La primera vez que los colocó en un supermercado fue un 5 de junio de 1937, y, aunque al principio no tuvo mucho éxito acabó siendo uno de los grandes inventos de los centros comerciales. Así que en 1947 fundó, junto al mecánico Fred Young, una fábrica de carritos que llamó Folding Carrier, que siguió innovando al nivel de colocar asientos para niños y hasta calculadoras para tasar la compra.