De seguro podrás darte cuenta, que cada vez que sentimos dolor acudimos al grito, indiferentemente de los comentarios que puedan salir por nuestra boca el 98% de las veces solemos gritar.
Aunque muchas veces depende de varios factores, tales como:
- Deseo de espantar a una persona que desee atacarnos.
- Deseo exuberante de llamar la atención.
- Deseo de advertir a otras personas de un peligro.
Cabe destacar, que incluso cuando no sentimos dolor gritamos para aguantar al mismo, e inclusive los animales instintivamente también suelen gruñir, llorar o chichar al sentir el dolor.
Se realizaron breves estudios para poder obtener una conclusión referente al tema, el cual constaba en colocar un grupo de personas expuestas al dolor producido por el agua helada en sus cuerpos, donde se pudo determinar que las personas que gritaron e incluso dijeron palabras (vulgares) fueron aquellas quienes resistieron más al dolor a diferencia de las que no lo hicieron.
Un diario de Ucrania publico informe en el cual daba a conocer que la parte del cerebro donde se originan las palabras vulgares es la misma parte donde se originan los gritos, ya que está automatizada para afrontar una acción y de esta manera reducir la sensación de dolor en nuestro cuerpo.