En la antigüedad los hombres primitivos utilizaban el trueque como método para conseguir los bienes de los que carecía y eran indispensables para su vida.
Cuando hablamos de trueque nos referimos a un intercambio de un objeto de su propiedad por otro objeto de otra persona.
La desventaja que tenía el trueque es que las mercancías a ser intercambiadas muchas veces tenían que ser trasladadas grandes distancias, lo cual hacia el proceso mucho más complejo.
Por ejemplo, una persona que quería cambiar 10 vacas por 500 pollos, debía caminar muchos kilómetros con las vacas para hacer el trueque y luego recorrer el mismo camino de vuelta con los 500 pollos.
Así nació la necesidad de crear una “mercancía intermedia” que sirviera como medio de cambio y tuviera un valor determinado. Ahí es donde viene el origen del dinero.
Los responsables de crear las bases para el origen del dinero como hoy lo conocemos fueron los fenicios. Buscando un medio de valor que sirviera para intercambiar por mercancías, recurrieron al oro y a la plata, así como una combinación de ambos para realizar cambios de mercancías.
Los vendedores le asignaban un valor a sus productos y los cambiaban por monedas de oro y plata. Estas monedas eran circulares y acuñaban inscripciones semejantes a las monedas actuales.
Además de esto, los Fenicios fueron los creadores del crédito, ya que se hacían acuerdos sin recibir pagos de inmediato, sino mediante la firma de un documento, una parte se comprometía a pagar el precio acordado y la otra parte entregaba la mercancía en la fecha pactada. Al valor original se le agregaba un costo extra, que es lo que hoy conocemos como intereses.