Durante el día las moscas son muy molestas, zumban alrededor de nuestras cabezas, se pegan a nuestra piel y siempre se la arreglan para escapar de nuestras manos cuando queremos acabar con ellas. Sin embargo, al caer la noche, desaparecen y se esconden en pequeñas grietas. Lo lógico es que estén durmiendo, pero en su caso las noches son diferentes.
Investigadores de la Escuela Politécnica de Lausana, Suiza, han descubierto que durante la noche tienen una especie de «sueño» en la que su metabolismo ralentiza y sus estímulos sensoriales trabajan más lento, sin embargo son conscientes de lo que pasa a su alrededor.
Científicos de la Universidad de Pensilvania analizaron el comportamiento de la mosca Drosophila, prima lejana de la mosca doméstica, y descubrieron que después de una noche sin descansar, los insectos agotados intentan recuperar sus horas de descanso. Esto llevó a los investigadores a concluir que el período de descanso les sirve para recuperarse al igual que los humanos.
A estas mismas moscas se les administró cafeína y su comportamiento cambió por completo, estimulando sus respuestas sensoriales casi al doble. En los seres humanos, el café nos mantiene en estado de alerta mediante el bloqueo de receptores de adenosina en el cerebro, un componente bioquímico implicado, entre otras cosas, en el inicio del sueño.
El mismo mecanismo neuronal similar al de nosotros. Aunque aún siguen existiendo dudas sobre el comportamiento de las moscas durante la noche, los investigadores consideran que su capaces de mantenerse alerta en su período de descanso, podría ayudar a entender mucho mejor su habilidad y destreza para escapar de nuestras manos.