Si eres de los que acostumbra a dormir muy tarde en la madrugada es probable que en hayas notado que a medida que pasan las horas puedes llegar a sentir mucha hambre, sin importar que hayas cenado.
Estudios recientes demuestran que existe una relación entre la falta de sueño y el aumento del apetito, por lo que llevar una mala rutina del sueño aumenta la voracidad y el sobrepeso.
Para el epidemiólogo James Gangwisch, de la Universidad estadounidense de Columbia, este sistema de regulación podría haberse desarrollado como «una estrategia para que los seres humanos almacenasen grasa durante el verano, cuando las noches son más cortas y la comida mas abundante, y preparar así el cuerpo para los meses de invierno».
En consecuencia, al reducir las horas de sueño el organismo interpretaría que es hora de comenzar a almacenar grasa.